Equipo 1 - Migraciones América

 Con más de tres mil kilómetros de longitud, la frontera de México con Estados Unidos es la décima más larga del mundo, cruzando Norteamérica desde las costas del Pacífico a la desembocadura del río Bravo en el golfo de México. Su dibujo en el mapa son una serie de trazados rectos a lo largo de los desiertos de Sonora y Chihuahua, que solo están interrumpidos por los cauces de los ríos Colorado y Bravo —llamado Grande en Estados Unidos—.

Es una larga frontera en un territorio árido y poco poblado, cuya mitad occidental no coincide con barreras naturales. Una frontera de naturaleza porosa entre la mayor economía del mundo y un país en vías de desarrollo azotado por la violencia como es México. Un lugar perfecto para las migraciones humanas o el contrabando.

El territorio que ahora recorre la frontera entre Estados Unidos y México fue, hasta mediados del siglo XIX, parte de México. Con la expansión de Estados Unidos hacia el oeste, Washington acabó arrebatando a México todo ese territorio, la mitad del país en aquel momento. Sin embargo, la población hispana no se marchó. Quedaron importantes comunidades en la vega del río Bravo —o Grande— en lo que ahora es Texas y Nuevo México —el único estado donde el español tiene el mismo estatus que el inglés—, aunque también en California y en menor medida en Arizona.

Estas comunidades hispanas mantuvieron vidas transfronterizas hasta que, tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos endureció su política migratoria. Este endurecimiento se repitió tras el 11-S. No obstante, los hispanohablantes siguieron migrando hacia Estados Unidos, y se encontraron en la zona de la frontera con comunidades hispanas en las que era más fácil integrarse, nutriéndolas y haciéndolas crecer frente a la mayor absorción que experimentaban otras comunidades de migrantes por parte de la sociedad dominante anglosajona.

Esa sociedad binacional ha favorecido la aparición de ciudades transfronterizas bien integradas en lo que, paradójicamente, es una frontera especialmente dura. Ciudades como Laredo y Nuevo Laredo o Nogales y Heroica Nogales dejan claro el origen común de muchas de ellas, resultado de la conquista estadounidense de territorio mexicano. Millones de personas cruzan la frontera cada año, y entre ellos cientos de miles de trabajadores transfronterizos, especialmente en torno a Tijuana-San Diego y Ciudad Juárez-El Paso.

Estados Unidos ha intentado frenar estas dinámicas y a la vez sacarles partido. Así nacieron tras la Segunda Guerra Mundial las maquiladoras, empresas estadounidenses que instalan sus fábricas al otro lada de la frontera, donde la mano de obra es más barata. Además, tienen convenios especiales que les protegen de pagar tasas y aranceles para la materia prima que importan desde Estados Unidos y para los bienes que vuelven a exportar para vender al norte de la frontera. Un modelo que genera mucho empleo en México y grandes beneficios económicos en Estados Unidos.

Este modelo ha reforzado aún más la sociedad transfronteriza. Ha generado empleos en México y también ha creado empresas transnacionales con las oficinas en Estados Unidos y las fábricas en México. La mayoría de maquiladoras se concentran en las ciudades fronterizas, aunque hay también importantes centros de fabricación en las capitales estatales, como en Hermosillo (Sonora), la ciudad de Chihuahua o Monterrey (Nuevo León).

Estados Unidos ha intentado contener la migración procedente de México —aunque procedan de otros países latinoamericanos, el Caribe y de fuera de América, cuyas rutas confluyen en México antes de llegar a la frontera—, no solo con maquiladoras. Para ello ha levantado un amplio sistema de barreras conocidas como «el muro», si bien es un red discontinua de alambradas, muros de hormigón y cámaras de vigilancia, concentrados sobre todo en la mitad occidental de la frontera donde no hay barreras naturales.

Estas barreras discontinuas han ido conduciendo las rutas migratorias y de contrabando a lugares cada vez más remotos de la frontera. Uno de los principales puntos de cruce es la reserva india de la Nación Tohono O’odham, donde «el muro», además de ser intermitente, es una barrera para vehículos y no para personas. Y es que las competencias del territorio indio son diferentes y este pueblo se opone a una barrera física que separe sus territorios históricos de México y Estados Unidos.




2 - COMPLEMENTAR CON:

https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/mapa-migratorio-centroamerica/


https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/mapa-violencia-mexico/


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